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Conocido y rentable, es mejor aunque sea opresivo

Actualizado: 25 ago

El relato que nos ocupa hoy se desarrolla en la región llamada tierra de los gadarenos. La zona estaba mayormente habitada por gentiles y, culturalmente, era un territorio de fuerte influencia helénica, con costumbres paganas y semitas. Formaba parte de lo que se conocía como la Decápolis.

Mateo, capítulo 8, versos 28 al 31, nos narra el momento en que Jesús llega a este territorio y se encuentra con dos endemoniados que, según el texto, salían de entre las tumbas y eran extremadamente violentos. Veamos el pasaje:

“Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino. Y clamaron diciendo: ¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo? Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos. Y los demonios le rogaron diciendo: Si nos echas fuera, permítenos ir a aquel hato de cerdos. Él les dijo: Id. Y ellos salieron, y se fueron a aquel hato de cerdos; y he aquí, todo el hato de cerdos se precipitó en el mar por un despeñadero, y perecieron en las aguas. Y los que los apacentaban huyeron, y viniendo a la ciudad, contaron todas las cosas, y lo que había pasado con los endemoniados. Y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus contornos.”

De este relato surgen varias interrogantes. Mencionaremos dos:

  1. ¿Qué hacía Jesús en un lugar “no apto” para un judío practicante, rodeado de tumbas, cerdos, gentiles y costumbres paganas? Recordemos que la Decápolis estaba conformada por diez ciudades grecorromanas y era un espacio culturalmente distante del judaísmo.

  2. ¿Por qué, después de un milagro tan grande como el que se nos relata, los habitantes de la región le pidieron a Jesús que se fuera de sus contornos (v.34)?

Bien, podemos interpretar que el motivo de Jesús no era solo derrotar demonios ni desafiar las normas de pureza ritual, sino mostrar que el Reino de los Cielos rompe las barreras de exclusividad del judaísmo y anticipa que este Reino también es para los de afuera.



El negocio de los cerdos

Detengámonos en un detalle clave e importante, el verso 30:

“Estaba paciendo lejos de ellos un hato de muchos cerdos.”

Marcos 5:13 habla también de la visita de Jesús y precisa que aquel hato estaba compuesto por unos 2.000 animales. Esto nos habla de lo que podría ser una industria rentable en la crianza de cerdos dentro de esa región gentil. La carne porcina era muy apreciada en el Imperio Romano y sus subproductos —grasa, piel, huesos— tenían valor comercial y alta demanda.


La magnitud del hato sugiere un negocio de gran escala, quizá un latifundio o incluso un proyecto compartido por varios dueños de la región. De ahí que cuando los demonios entran en los cerdos y estos se precipitan al mar, la escena no solo es impactante por la pérdida animal, sino devastadora económicamente para toda la región.


La reacción de la ciudad

El texto es claro: los gadarenos no se alegran por la liberación de los dos hombres endemoniados, ni parecen reconocer la presencia del Reino de Dios en medio de ellos. Lo que más les importa es la pérdida económica.

La restauración de dos vidas humanas quedó relegada frente a la ruina de un negocio. Y esa es la razón por la cual, en lugar de recibir a Jesús con gratitud, le ruegan que se marche.


Aquí se revela la tensión entre la lógica del Reino y la lógica económica. Para Jesús, la vida y la dignidad del ser humano están por encima de cualquier ganancia material. Pero para los gadarenos, en cambio, la seguridad de lo conocido y rentable era más valiosa que la liberación espiritual.


Este relato no se queda en la historia antigua. Nos interpela hoy. Nos confronta con esas situaciones en las que lo conocido y rentable —aunque sea opresivo— nos parece más seguro que lo desconocido que nos invita a ser libres.


¿No sucede lo mismo en nuestras vidas? Un matrimonio marcado por violencia que preferimos mantener “porque así es más seguro”, una relación insana que nos da miedo soltar, un sistema de comodidad que nos aprisiona bajo la ilusión de estabilidad y nos quedamos en lo conocido y familiar según nuestra percepción.

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Pero la presencia de Jesús en nuestras vidas rompe esos ciclos y nos recuerda que ninguna situación, por conocida que sea, nos debe hacer sentir más seguros si es opresora. Ningún sistema de comodidad, ningún “hato” de seguridades debe estar por encima de la vida y la dignidad del ser humano.


 
 
 

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