top of page
Buscar

“La fe de Jesús: entre la confianza y la incertidumbre”


ree

  Si entendemos la fe como un motor que se activa solo cuando la incertidumbre, el temor o la ansiedad nos abruman, entonces la fe —o vivir en fe— puede llegar a ser muy agotador. Por eso nos preguntamos: “¿Debería la fe estar encendida todo el tiempo, como si fuera un estado de emergencia? ¿O, por el contrario, si comprendemos la fe como una relación confiada, cotidiana, natural y estable con Dios, aunque no todo esté resuelto, esa fe entonces brinda descanso y no el cansancio agotador de vivir invocando la fe porque nos parece que, en nuestra vida, todo es una zozobra?” No se trata de una fe pasiva, sino de una confianza profunda que nos permite vivir y dormir en paz.


La fe no es solo un recurso para los momentos de crisis; es una forma de vivir y mirar el mundo con todos sus vaivenes. Lo que sí comprendemos es que existen momentos en donde esa fe se activa con mayor intensidad: cuando hay incertidumbre y dolor, cuando sentimos que no tenemos el control o cuando se nos pide esperar, confiar y seguir caminando sin ver el final.Jesús tuvo ocasión de mostrarnos su fe. Siempre hablamos de la fe en Jesús, pero casi nunca hablamos de la fe de Jesús. ¿Tuvo Jesús fe? ¿Fue puesta a prueba la fe de Jesús?


Tratemos de recrear este cuadro en nuestras mentes acerca de la fe de Jesús. En Juan 11:42, Jesús dice: “Gracias, Padre, porque tú siempre me escuchas”. Aquí muestra su fe —o su confianza— en Dios para realizar el milagro de devolver la vida a Lázaro y dar testimonio a todos. Pero, si continuamos leyendo en el Evangelio de Mateo, Jesús, muriendo en la cruz, dice: “Padre, ¿por qué me has desamparado?”. Este cuadro genera una tensión en la fe de Jesús: cuando en Juan expresa confianza absoluta o fe en Dios, y luego, en Mateo, al parecer la incertidumbre lo inunda. Pero Jesús, ante los eventos, se abandona y confía en Dios. Su fe es grande.


La madurez espiritual es otro aspecto que tal vez no todos hemos podido desarrollar más plenamente. Recordemos que Dios nos da una medida de amor, una medida de esperanza y una medida de fe, pero es a nosotros a quienes nos toca hacer crecer el amor, la esperanza y la fe. “...háganlo según la medida de fe que Dios les haya dado...”, nos dice la Biblia en Romanos 12:3. La madurez espiritual puede llevarnos a una vida en la que no estemos todo el tiempo en estado de emergencia y podamos disfrutar de una fe más profunda, más tranquila, como la de alguien que descansa confiado en su hogar.


Vivir en fe no es vivir en tensión continua, aunque existen momentos en los que la fe se activa con mayor intensidad o con mayor fuerza. Por otro lado, buscar una vida más estable no es falta de fe, pues la fe nos lleva a una vida de estabilidad. La fe en el día a día es un descanso, no una carga, si se vive desde la confianza y no desde el esfuerzo constante ante aquello que interpretamos como la incertidumbre de la vida. 


 
 
 

Comentarios


Únete a nuestra lista de correo. Ponte al día

¡Gracias por tu mensaje!

  • Facebook
  • Instagram

© 2023 Creado por Fabulosa Diva con Wix.com

bottom of page