¿Por qué Dios permite el sufrimiento. Parte 3.
- Teología en Letras

- 24 ago
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" Shalom aleichem" La paz sea con todos ustedes.
Hoy abordaremos en un tercer enfoque la pregunta que nos ha ocupado. "Por qué Dios permite el sufrimiento" lo haremos contando una breve historia la cual escuche. Una mujer se encontraba en un aprieto pues debía cancelar una suma de dinero para poder permanecer en su casa rentada. Asistió a su iglesia buscando apoyo en oración para que Dios le realizara el milagro de bendecirla con ese dinero. ¿De dónde vendría ese dinero? La respuesta que ella misma daba era: "Solo Dios sabrá de dónde vendrá ese dinero". La iglesia la apoyaba en la oración y todos bien dispuestos bajaron algunos sus cabezas, otros se pusieron serios y otros más levantaron las manos y cada uno hizo lo suyo y tomo posición ante el dilema.
La mujer angustiada fue llevada al pulpito y ahí el pastor de la iglesia y otro hombre, pusieron sus manos en los hombros de la mujer. Uno a cada lado y oraron y levantaron manos y la oración fue intensa y todos participaron con gran entusiasmo me cuenta mi tío. Mi tío era el otro hombre con la mano en el hombro de la mujer. Oraron y pidieron a Dios el milagro para que aquella mujer no fuera desalojada de su casa pues no tenía como rentar otra casa.
Bien, yo como buen escucha prestaba atención al relato de la oración y el dinero que la angustiada mujer necesitaba y pregunté a mi tío. ¿Y qué paso? Mi tío con seguridad serena y un tono de aceptación me respondió: Nada. La desalojaron de su casa.
Eso me lo dijo con una sequedad pasmosa. Y agregó. "Es que hay cosas por las que no se ora a Dios". "Mientras- orábamos -me dijo mi tío- yo tenía mi mano derecha en el hombro de la mujer y la mano izquierda en el bolsillo de mi pantalón y mi mano izquierda sujetaba el dinero que yo suelo llevar conmigo. Yo tenía en mi mano la suma de dinero que la mujer necesitaba. Dios sabía que yo podía ayudarla y no lo hice". Y agregó con sabiduría: Hay cosas por las que no debemos orar a Dios. Debemos hacerlas nosotros.
Hablamos mucho de lo que Cristo hizo, su sacrificio, sus aforismos, sus dichos, que es el hijo de Dios y que volverá y no nos ocupamos de lo que Cristo se ocupo. El no se ocupó en demasía de las formalidades de la ley, la liturgia no fue gran cosa para él, ni tampoco el cumplir con rigurosidad lo que era santo. Le dio muchos dolores de cabeza con el sábado a los fariseos. Hablamos mucho de Cristo pero no nos ocupamos de lo que el se ocupo. Se ocupó de los enfermos de los marginados, los necesitados, se ocupó de los pecadores, repartía compasión y misericordia y era la gente lo que le interesaba y sobre todo la gente que sufría necesidades, los desposeídos de la tierra.
La solidaridad y la compasión desde una perspectiva práctica y humana son la oportunidad que Dios nos ofrece para una acción compasiva y misericordiosa ante el sufrimiento de los demás. Si tienes el poder de cubrir una necesidad y no lo haces como mi tío Manuel entonces ¿quién eres? Dios le dijo a Moisés cuando clamaban por salvación. "Por qué clamas a mí.... Qué tienes en tu mano.. ? (Exodo14.15)
La respuesta a muchas oraciones pueden estar en nuestras manos y Dios nos brinda ante la tragedia, el dolor y el infortunio de otros, la oportunidad para ser agentes de su amor y misericordia. La fe sin obras esta muerta y la misericordia no es solo una emoción cargada de espiritualidad.

Ante el sufrimiento que sucede, Dios nos concede ser reflejo de su amor y de la compasión de Jesucristo en el mundo y es la oportunidad para actuar tal como lo enseño Jesús y no solo quedarnos con una mano levantada en oración y la otra en el bolsillo.





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